lunes, 2 de enero de 2012

Como hijo pobre

Es absolutamente necesario que se comprenda el error de aque­llos padres que se proponen darle al hijo la felicidad, como quien da un regalito.

Lo más que se puede hacer, es encaminarlo hacia ella, para que él la conquiste. Difícil, casi imposible, será después.

Cuanto menos trabajo se tomen los padres en los primeros años, más, muchísimo más, tendrán en lo futuro. Habitúalo, madre, a poner cada cosa en su sitio y a realizar cada acción a su tiempo. El orden es la primera ley del cielo.

Que no esté ocioso; que lea, que dibuje, que te ayude en alguna tarea, que se acostumbre a ser atento y servicial. Deja algo en el suelo para que él te lo recoja; incítalo a limpiar, arreglar, cuidar o componer alguna cosa, que te alcance ciertos objetos que necesi­tas. Bríndale, en fin, las oportunidades para que emplee sus ener­gías, su actividad, su voluntad y lo hará con placer. ¡Críalo como hijo pobre y lo enriquecerás! ¡Críalo como hijo rico y lo empobre­cerás para toda la vida!

2 comentarios: